Educar a un hijo, acompañarle en su crecimiento, desde cuando comienza a gatear hasta cuando balbucean palabras, da sus primeros pasos o comienza a enhebrar la batería de porqués que a más de un padre sacan de quicio hasta acabar en ocasiones con su paciencia.
Ser padres y sentar las bases del crecimiento de los hijos sobre las que van a construir el futuro es, quizás, el oficio más difícil, y no hay academia o universidad que gradúe en ello. Sólo la escuela de la vida y la transmisión de conocimientos entre abuelos, padres e hijos sirven para aportar algo de luz a las casuísticas que genera la educación de nuestros niños.